La construcción del teatro tucumano estuvo cimentada desde el subsuelo, literalmente. En 1954, en el sótano del desaparecido bar Colón (frente a la plaza Independencia) se creó el elenco de la peña El Cardón, y en ese grupo descollaron los fundadores de un movimiento que hoy es una referencia sólida en el contexto nacional.
Uno de ellos fue Víctor García, con apenas 20 años. Antes de que esa década terminase, ya se había radicado en Europa, donde se transformó en uno de los más reconocidos directores y puestistas del mundo, con planteos del teatro de vanguardia que siguen siendo estudiados hasta la actualidad en las carreras teatrales, en especial los realizados con la compañía de la española Nuria Espert (principalmente, “Yerma” de Federico García Lorca, en 1971). Ese exilio que finalizó con su muerte en 1982 lo hizo poco menos que un desconocido en su tierra natal.
No se justifica el olvido ante sus realizaciones. Por este motivo, desde La Sodería se institucionalizó el Festival Todo Muro es una Puerta, que se hace en su memoria y que reúne a las propuestas innovadoras de la escena nacional y que este año cumple su octava edición.
Hoy habrá dos obras para elegir: en la sala de Juan Posse 1.141 estará a las 21 el monólogo “El imitador de Demóstenes”, en el que Diego Starosta interpreta a un político que, en un arrebato de culpa y a partir de un deseo megalómano, estructura un discurso para acabar con la hipocresía en el mundo y así restaurar un antiguo orden (basado en “Vacío”, de José Sanchís Sinisterra); y en La Gloriosa, a las 22.30, la obra de teatro danza “Vertical”. El encuentro terminará el martes, con propuestas locales, de Jujuy, de Santa Fe y de Catamarca; talleres a cargo de Starosta, Valeria Junquera y Mario Colassesano, y mesas debate.
“Hacer este festival es haber atravesado el síndrome de Moby Dick, para retomar el rumbo y el timón del teatro experimental -le dice a LA GACETA Teresita Guardia, una de las organizadoras-. Es decir, atravesamos nuevamente los revueltos mares donde la crisis nos enfrenta, atraviesa y rebolea, como una cáscara de nuez en alta mar, para avizorar el lugar donde nace el arcoiris teatral a cuyos pies hay una cuenca de oro según la leyenda: es el espacio-tiempo-vivo-real de la escena”.
Esa idea metafórica del arcoiris está en la base de la propuesta, según confiesa. “Nuestro compromiso es trabajar para que la escena profunda de este dolido Tucumán sea vivenciada juntamente con obras de otras regiones, para aumentar el espectro, poner en foco esos trabajos y permitir la vivencia del público y el encuentro entre teatristas”, señala.
- ¿A García se lo recuerda adecuadamente en Tucumán?
- Todavía no se ha logrado recuperar y poner en valor lo que es y ha sido Víctor en la escena mundial. Sigue siendo arduo el intento de colocar una placa en el lugar donde vivió (una casa en la esquina de San Juan y 25 de Mayo), como se hace con aquellos que dejan una impronta en el mundo con su hacer. Su legado es emblema de nuestro festival y también inspiró a grupos como el catalán La Füra dels Baus o el argentino Fuerza Bruta, y en el Tucumán de los 70, a Boyce Díaz Ulloque en su puesta de “Cementerio de automóviles”, de Fernando Arrabal. Son algunos que tomaron su impronta y su genialidad.
- ¿Cómo se eligió a los participantes de este encuentro?
- El recorrido a lo largo de los años y de las obras que participaron del Víctor García nos ha dado una experiencia y una trazabilidad que nos posibilitó tener un panorama de la escena actual en el teatro experimental. A partir de ahí, el equipo gestionó lo posible y lo imposible para hacer brillar este festival con sus maestros y sus obras, que es un objetivo permanente para fomentar, crecer y compartir experiencias.
DOS PROPUESTAS
• A las 21 en La Sodería (Juan Posse 1.141), “El imitador de Demóstenes”, del grupo El Muererío Teatro (Buenos Aires).
• A las 22.30 en La Gloriosa (San Luis 836), “Vertical”, por La Vorágine (Tucumán).